jueves, 11 de junio de 2009

Capítulo 1: Confesiones de una quinceañera.


Recuerdo que ese día tuvimos hora libre con la profesora de ética, ¡increíble, había faltado! Me quedé con Dailos sentada al lado del gimnasio, y comenzamos a hablar de tonterías como era de costumbre. Lo mejor fue cuando me confesó que le gustaba la profesora de ética.

–Ten cuidado, te mira demasiado y siempre que saca el temita de sexo te llama a ti, ¡Dailos! ¿Tú qué opinas?–. Dije con tono de burla.

Su cara cambió y comenzó a reírse y enseguida me contagio la risa. Me levanté y me puse en frente de él.

–Seguro sueñas demasiado con ella, sueños pervertidos ¡¡¡buuuhhh!!!–Dije riéndome. –Pues he soñado con ella, e incluso he pensado en lo que dice ella, de que las chicas deberían ser más promiscuas a la hora de hablar de sexo, tiene razón en cuestión de que los chicos entramos en materia hablamos de eso entre nosotros, pero ustedes lo contrario. Tanta represión por el ¿Qué dirán de mí?– Dijo mientras me miraba.

En mi surgió la necesidad de cachetearle porque no todas las chicas nos reprimimos para hablar de esos temas, la cosa estaba que desde que una nombraba algo así, te ponían de guarra, de cualquier cosa, que nada tenia que ver con una. Y eso siendo un simple comentario tonto, pero no me resigné a que dijera eso, no estaba de acuerdo con el “Todas las chicas”, sabía de sobra que todas no éramos así, de modo que me precipité a que siguiera hablando.


–Te crees que todas somos iguales, piensa en lo que Lourdes dijo en su momento, la ventaja de los hombres y la desventaja de la mujer por la moral de hoy en día que sigue aun siendo algo machista. No siempre todas no se reprimen hablando, en cambio nos obligan a callar, pero yo paso de todo y no me importa decir la verdad; Tampoco creo que sea malo hablar de sexo con los chicos, es algo que nos afecta por igual, sin embargo, puedes pregúntame cualquier cosa y la pienso responder–. Puse cara seria para que me tomara enserio y le miré a los ojos.


–¿Cualquier cosa?– murmuró. Bueno, si es cualquier cosa, pues dime la verdad, ¿Te has masturbado alguna vez? Dijiste cualquier cosa, espero una respuesta con argumentos si es un no.


–Sí, y no me avergüenzo de haberlo hecho, ni decirlo–. Es una cosa normal, una se pone a investigarse así misma y descubre cosas, que te hacen ser feliz por momentos– Sonreí. Yo las descubrí y me gustaron y no veas si me gustó sentir cómo la mente queda sumida a un estado de éxtasis donde sientes la necesidad de gritar para expresar lo vivido en ese momento. Es que explicarte lo que se siente y lo que hace sentir es difícil.


Su cara cambió totalmente, creo que perdió su color al instante, se torno a blanco el color de su piel; fue divertido verle así sin más.

–¿De lo que me has contado es todo verdad?–seguía atónito.

– ¿Cómo negarte algo que no es malo? Es divertido, a mi me gusta y lo digo, no me avergüenza. Lo siguiente que recuerdo es que me dio un abrazo y en un susurro me dijo,– eres la única tía que conozco, que tiene huevos para decir algo así–. Mi risa fue descomunal, claro, algo tan íntimo, no se contaba así por así. Pero bueno en su momento pensaba y seguiré pensando que mentir no me servía de nada y que la vergüenza había que dejarla en la basura, aunque a veces hay que morderse la lengua antes de hablar y pensar de qué manera decir las cosas no se vaya a entender cosas que no son en su momento.


–Las mujeres de hoy en día se masturban, unas dirán que no y otras si. El poder decirlo libremente es algo que aún no se ve con buenos ojos. Sin embargo, un hombre lo dice, “me hago pajas”, vulgarmente dicho y no pasa nada pero el que una mujer o una chica lo diga es lo peor. Pero no importa, los tiempos van cambiando y la moral también, por eso con una que empiece a decir las verdades más íntimas se cambia algo del mundo en el que se vive y si no pues seré feliz, porque seré yo misma y no estaré haciendo nada malo–.Aclaré y seguidamente me soltó la pregunta que esperaba cuando le respondí anteriormente.

–¿En qué piensas cuando estas ahí?, ya sabes– dijo entre cortado.


–Esperaba esa pregunta, bueno…yo pienso en ti… son bromas.–Sonreí ante esto.

– En ti no pienso, no te lo creas, pero sí pienso en cómo me acaricia el chico que me gusta, en cómo me acaricia con sus labios con los míos…. En todo lo que se puede hacer en una cama y en distintos lugares–. Seguía atónito y realmente me parecía divertido.

–Pareces asombrado, ¿Qué esperabas? El típico no, yo no hago tales cochinadas.– dicho esto le sonreí.

Seguimos hablando sobre otras cosas, aún así, tras decirle todo eso me siguió mirando igual. Y digo eso porque a veces la visión de una persona tal y como es, cambia al saber cosas íntimas y más siendo una chica, podrían calificarte de viciosa, pero no. La conversación siguió su curso, era amena, me gustaba hablar de este tema con Dailos, era divertido y gratificante porque aprendes cosas, intercambias opiniones y ves que hay personas que no son tan carcas y no lo ven mal. Llegué a la conclusión de que la gracia se encuentra en que se puede cambiar las cosas si uno desea cambiarlas, y en ese momento, entendí que en mi mundo al menos había cambiado algo y me sentía bien.

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